martes, 25 de abril de 2017

Internet no es malo ni bueno ni neutral, sino todo lo contrario



“Gobiernos del Mundo Industrializado, cansados gigantes de carne y acero, vengo del ciberespacio, el nuevo hogar de la Mente. En nombre del futuro os pido, a vosotros los del pasado, que nos dejéis en paz. No sois bienvenidos entre nosotros. No ejercéis ninguna soberanía en el lugar donde nosotros nos reunimos” (*)
Escribo
en defensa del reino
del hombre y su justicia. Pido
la paz
y la palabra. He dicho
«silencio»,
«sombra»,
«vacío»
etcétera.
Digo
«del hombre y su justicia»,
«océano pacífico»,
lo que me dejan.
Pido
la paz y la palabra
. BLAS DE OTERO
Lutero saludó la extensión de la imprenta como “el más elevado y culminante acto de la gracia de Dios”. Cuatro siglos después, en 1881, la revista de divulgación Scientific American celebraba la influencia “moral” del telégrafo, y en 1990, ayer mismo, el experto en estrategia nuclear Albert Wohlstetter declaraba que “el fax os hará libres”. Se ve como una constante la tendencia a emitir juicios éticos y políticos exorbitantes sobre las nuevas tecnologías de comunicación. El último episodio es la avalancha de juicios exagerados sobre lo negativo o lo positivo de Internet. Para unos supondría el paraíso en la Tierra de la libre expresión y la liberación política; para otros, el infierno de la explotación y de la vigilancia totalitaria de los individuos por el Gran Hermano. El determinismo tecnológico siempre es falaz porque siempre exagera.

Por supuesto que el fax jamás liberó supuestas masas de oficinistas. Las personas son las que liberan a otras personas y sobre todo a sí mismas. El telégrafo y la prensa de papel sirvió para difundir la verdad y la mentira, igual que hoy, lo mismo que Internet. ¿Quiero decir con eso que las tecnología son neutrales, Internet, las nucleares, las centrales térmicas, la industria del plástico, etcétera? No: esa es la falacia opuesta. Las tecnologías nunca son neutrales, incluso propagan la idea entre los tecnócratas de que los problemas que genera la tecnología se solucionan ‘siempre’ con más tecnología y no aplicando el principio de cautela sobre ‘todos’ sus efectos. La tecnología abre nuevas oportunidades que dependen de las personas. Si a un primitivo se le da una rueda puede que la use para sentarse, pero lo lógico y eficaz es que la use para rodarla desplazando algo: trasladarse más rápido y más lejos y aún con más peso. Todos los idiotas que usan Internet para chorradas son esos primitivos que se sientan en la rueda.

Internet facilita hacer públicas más cosas, desde la última noticia mundial relevante hasta este humilde texto en este recóndito blog. Por tanto, hace más difícil mantener esas cosas en privado y la ciudadanía utiliza este efecto contra las tiranías tanto como contra las lógicamente imperfectas democracias. Libertad de expresión expandida, pero también imposibilidad de la privacidad y, por tanto, amenaza a la libertad de expresión. Nada nuevo. La imprenta permitió publicar El Quijote o El Capital, pero también el Mein Kampf de Hitler. Y no sólo se trata de lo que explícitamente decimos, sino también de nuestros historiales de búsqueda. Los Grandes Hermanos políticos y mercantiles compran esa valiosa información. Tanto Zara o Ikea como Kin Yong-un.

Las tecnologías son herederas de sus orígenes. Internet es más norteamericana que el pastel de manzana (que es alemán). Un producto de los Estados Unidos en la guerra fría. El ‘ménage a trois’ entre organismos gubernamentales, empresas privadas y técnicos informáticos, no sólo con sus diversas herramientas (sobre todo los informáticos), sino con su manera de ver las cosas, de estar en el mundo, bastante libertarios en el caso de éstos. Códigos que funcionan y se comparten, en los míticos garajes o en los subterráneos de secretas instalaciones militares.

Internet deriva de la palabra Internetworking que hacía referencia al trabajo en red entre a su vez tres redes informáticas financiadas por el Pentágono y configuradas de distinta manera; esto se ha contado numerosas veces, pero conviene insistir. Así que Internet no es ninguna realidad física, sino el conjunto de protocolos denominado TCP/IP, que ha permitido que millones de ordenadores, como este desde el que escribo, de todo el planeta se conectaran y enviaran lo que un científico británico calificó como “paquetes” de información; paquetes que llegan a sus destinos desde múltiples rutas, en una red distribuida, lo que aumenta las posibilidades de ese acceso global. La red en principio no discrimina contenidos ni procedencia o remitente ni programa utilizado: es neutral, yo distribuyo los tuyos, tú los míos, y eso, inicialmente, aumentaba las posibilidades de trasmitir una alarma después incluso de un ataque nuclear. La estructura profunda de internet estuvo determinada culturalmente.

Ciberespacio es una palabra acuñada por el escritor de Ciencia Ficción William Gibson (el creador del ciberpunk, una corriente literaria dentro de S.F.) en un cuento, Quemando cromo, publicado en 1982 y luego empleada en su famosa novela Neuromante. Copiando la Declaración de Independencia de 1792 el antiguo letrista de la banda Grateful Dead, John Perry Barlow, vehemente defensor de la libertad en internet publicó, a  través de internet naturalmente, una Declaración de Independencia del Ciberespacio (*) en 1996. Denunciaba las medidas hostiles y colonialistas como si el rey Jorge III siguiera enviando sus casacas rojas al ciberespacio. Una encendida prosa que confundía los deseos con la realidad tozuda. Internet nunca ha sido independiente de los gobiernos, las empresas y otras influencias como no lo fue la imprenta ni el telégrafo. Ha sido conformado por ellos y objeto de disputa entre ellos. Incluso se da la aparente paradoja de que la libertad de internet depende de un artículo, el 230, de la estadounidense Ley de Decencia en las Comunicaciones que establece que “ningún proveedor o usuario de un servicio informático interactivo será considerado responsable de publicar información escrita u oral que haya sido proporcionada por otro proveedor de contenidos informativos.”

Ahora vivimos tiempos en los que se intenta constreñir y embridar ese leviatán libertario de internet. Hay ya muchos códigos nacionales y no uno hegemónico; Estados Unidos ya no es el líder digital de la Guerra Fría. La comunicación global está en disputa. Como siempre a lo largo de la historia.

Addenda


En el último medio siglo, la innovación y la iniciativa humanas, desde el avión a reacción y los vuelos baratos a los teléfonos móviles e internet, han creado un mundo chico en el que todos somos vecinos, pero como dice Timothy Garton Ash, en ningún sitio está escrito, y mucho menos en el libro de la Historia, que vayamos a ser buenos vecinos. La razón y la imaginación deben esforzarse para tal empeño, donde la libertad de expresión que internet entre otras cosas, favorece, ocupa un lugar central. Sólo la libertad de expresión permite conocer al otro, al que no opina como tú. Sólo con libertad de expresión podemos controlar los poderes públicos y los no tan públicos. Sólo al expresar nuestras diferencias podemos aclararnos sobre ellas.

Parece probable suponer que nuestros remotos antepasados al adquirir el lenguaje articulado lo usaran de dos formas opuestas: para cooperar eficazmente en su lucha contra otros grupos humanos, consolidando sus propias camarillas, pero también para salvar las diferencias con otros grupos e individuos sin llegar a la violencia. Seguimos teniendo ambas opuestas oportunidades, aunque ampliadas inimaginablemente. No podemos abolir el conflicto, eso sería ingenuo y probablemente tampoco deseable, pues ese conflicto, si no es violento, es fuente de creatividad. Pero nuestros conflictos humanos, tan inevitables como indispensables, pueden manejarse de forma pacífica, charlando en lugar de guerreando. O como decía Blas de Otero, pidiendo la paz y la palabra. Un acuerdo pacífico para poder discrepar que para mí va mucho más allá de la libertaria y displicente Declaración del letrista de Grateful Dead, no muertos agradecidos, sino vivos dialogantes.



7 comentarios:

  1. Yo sí creo que estamos ante una revolución que cambiará bastante radicalmente la sociedad y la forma de vivir y relacionarnos de los humanos. Internet es, como dices, la red que permite conectar los ordenadores. Pero lo importante es lo que se transmite por esa red, la información. Y ello es posible gracias a la digitalización: convertir prácticamente todo en información digitalizada. Es una verdadera revolución.

    En otro orden de cosas, no alcanzo de ver por qué afirmas que Internet imposibilita la privacidad. Si quieres mantener algo en privado, simplemente no lo transmitas por internet (tampoco lo escribas en una carta postal, por ejemplo). O, si lo transmites, encríptalo bien y ya está.

    Por cierto, ¿te gusta Grateful Dead? En la época en que Barlow andaba con Bob Weir y Jerry Garcia le daban demasiado al LSD.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tienes razón, conforme escribía esa frase me daba cuenta de tu objección, pero la he dejado. Recuerdo la de un jefe mafioso, me parece que de Calabria, que se comunicaba por papelitos (billetes) para no ser interceptado por los teléfonos (de internet ni hablamos)

      Grateful Dead no está entre mis favoritos, pero venía a cuento por la Declaración de Barlow

      Y sí Internet inaugura una revolución, como la inauguró la imprenta y quizás el telégrafo, aunque no creo que el fax. Mi objección está, como dejo claro, creo, en el texto, en los exorbitantes juicios de valor moral

      Eliminar
    2. No, el fax no fue para tanto (además de muy efímero). De todos modos, insisto en que más que la red (internet), para mí lo importante es la digitalización de la información, que es lo que permite luego transmitirla. Dentro de poco se transmitirá la información definidora de los objetos materiales, que imprimirás.

      Eliminar
    3. Nuevamente estoy de acuerdo, pero la digitalización de la información no parecen provocar juicios morales, como sí internet.

      Eliminar
  2. Hay algo peor que el primitivo que se sienta sobre la rueda: el que la usa como arma para dañar a su prójimo, ya sea intencionada o involuntariamente. El primer tipo sería el ciberacosador y el segundo, el que publica boludeces sobre varias teorías de la conspiración.

    Sobre el origen de Internet, también es cierto que las tecnologías evolucionan. La escritura ya no se asocia primeramente con los impuestos, aunque fuera su origen más probable. La gente, por tanto, tiene más poder (aunque sea mucho tiempo después) que los mecanismos de poder que propician la aparición de una novedad.

    La privacidad es un asunto peliagudo, sí. Como dice Miroslav, es importante saber encriptar y tener mucha precaución si te abres un blog con la "copia de seguridad", como el el caso de Drive y cualquier cosa relacionada con Google. Ahora, no todo el mundo llega a entenderlo...

    ResponderEliminar
  3. Sigo usando la red como el Oxígeno, cuando me la cortan luego de un periodo de alarma paso al funcionamiento anaeróbico, lo que todos saben aumenta la acidez del medio y da calambres.
    Soy un optimista incurable, de los que creen que los males de la tecnologia los podemos resolver usando tecnología, no siempre más compleja o grandiosa, a veces mas efectiva en su sencillez.
    Ahora, como transformadores sociales, los que pergeñaron el TCP/IP y el HTTP han cambiado la humanidad mucho más que todos los Che Guevara, Pol Pot Y Arafat juntos.

    ResponderEliminar

Ansío los comentarios.Muchas cabezas pueden pensar mejor que una, aunque esa una sea la mía